En los últimos días hemos visto una gran capacidad de acción y coordinación para actuar con empatía ante el COVID-19, cada actor desde su área de especialidad y conforme a sus capacidades. Hemos visto empresas medianas que han hecho llamados a la ciudadanía para ayudarles y ayudar a los demás, empresas pequeñas que continúan pagando salarios a sus empleados a pesar de haber cerrado, así como grandes acciones de cooperación y coordinación entre sociedad civil, empresarios y gobierno. Esto nos demuestra, una vez más, que en tiempos de crisis y catástrofes, los ciudadanos de este país somos solidarios, empáticos, participativos, pero sobre todo, nos movilizamos con gran agilidad y buenas intenciones para ayudar al prójimo y subsanar aquello que no funciona como debería.
Debemos empezar a pensar en cómo usar todo lo que hemos ganado estos días en términos de solidaridad, cooperación y empatía para transformar las estructuras que nos sostienen, donde estos actos de solidaridad sucedan de manera habitual, de manera institucionalizada. Debemos encontrar la forma de regirnos cotidianamente conforme a la integridad y el bien ser, no solamente en casos extemporáneos que lo requieran. Estos aprendizajes nos invitan no solo a actuar ahora, sino a imaginarnos el futuro que queremos y que éste momento nos brinda la oportunidad de construir.
El Pacto por la Integridad y el Bien Ser de Jalisco nos ofrece algunos puntos para iniciar nuestra reflexión sobre qué podemos hacer para imbuir de integridad y bien ser nuestras acciones y comenzar a sentar las bases para una transformación en el futuro que privilegie la sociedad solidaria, resiliente e íntegra que somos.
El compromiso que podemos adquirir hoy, como empresarios y miembros del sector productivo, es tomar conciencia sobre nuestro impacto social y ambiental, y en el funcionamiento de las instituciones públicas, así como el poder social y económico que podemos ejercer para transformar, y actuar conforme a ella.
En el Pacto por la Integridad y el por el Bien Ser de Jalisco consideramos a una empresa íntegra y de bien ser aquella que no solamente cumple con lo mínimo indispensable y requerido por ley para operar, sino que es aquella que emprende con la intención explícita y permanente de hacer el bien y de generar valor compartido para sus accionistas, empleados, proveedores, clientes, a la sociedad más amplia y reparar los efectos negativos sociales y medioambientales causados por su actividad. Las empresas deben fortalecer y redefinir su función social, que va más allá de la producción de bienes y servicios que son útiles o necesarios para la población y de maximizar el retorno de la inversión de los accionistas.
Los empresarios íntegros y de bien ser buscan maximizar el bien en todas las decisiones que se toman relativas a la empresa:
- Buscan generar el bien más allá de la maximización de ganancias. Las leyes del mercado no son las únicas que gobiernan su actuar, ni la maximización de ganancias es su única meta.
- Asumen su rol no sólo como empleadores, sino como promotores de desarrollo social y dignidad humana. Contratan con salarios no sólo competitivos conforme a mercado, sino justos y suficientes para que los empleados y sus familias puedan superar su situación socioeconómica y puedan aspirar a una calidad de vida digna, y acceso a mejores oportunidades que fomenten su desarrollo personal, social y económico.
- Contribuyen a crear valor público y generar bienestar. En lugar de buscar brincarse un trámite porque el gobierno es ineficiente, buscan la manera de transformar los procesos gubernamentales para incrementar su eficiencia y ayudarles a crear valor para todos. En los productos o servicios que proveen a gobierno, tienen como fin la generación de mayor bienestar, en lugar de buscar la rentabilidad máxima o la eficiencia económica de la transacción.
- Mitigan los efectos negativos de sus actividades empresariales. En la búsqueda de un mejor producto o servicio, una parte central de las acciones de investigación y desarrollo deben centrarse en cómo reducir los efectos negativos de toda la cadena de producción y de suministro.
- Se hacen responsables del impacto de sus productos y servicios en las personas y el medio ambiente.
Como empresarios y miembros del sector productivo, debemos adoptar esta visión de integridad y bien ser y ponerla en práctica. Aquí algunas sugerencias:
- Actuar con la intención de provocar un bien mayor a sí mismos, a sus empresas y sus círculos inmediatos.
- Reflexionar sobre el bien que hacen en el mundo: si yo estuviera en los zapatos del otro, ¿qué me gustaría que alguien que estuviera en mis zapatos hiciera por mi?
- Reconocer la solidaridad con la comunidad y la interdependencia entre todos nosotros.
- Identificar qué relaciones con otros actores sociales pueden fortalecer para crear un mayor bien y ganancias compartidas.
- Implementar una política de integridad empresarial que esté regida no sólo por el cumplimiento de la ley, sino por la intención de proveer bienestar y dejar una huella positiva en el entorno.
- Integrar la función social de sus empresas en sus modelos de negocio.
- Promover, socializar y buscar adherentes a su política de integridad entre sus empleados, clientes, proveedores, y todos aquellos con los que se relacionen.
- Reconocer su rol social como un nivelador de desigualdad, espacio de movilidad social, y lugar de creación de oportunidades de desarrollo digno y sustentable.
- Pensar qué pueden hacer diferente para construir el país que potencialmente podemos ser y enriquecer la vida de los demás.
Es momento de planear para el futuro, pero no solo para nuestro futuro personal, o el futuro de nuestra empresa, sino el futuro de nuestro país, nuestra sociedad y nuestro planeta. Ese futuro debe consolidarse en prácticas de integridad y bien ser y basarse en sistemas de cooperación y solidaridad que nos hagan resilientes a cualquier desafío.
Xavier Orendáin de Obeso es Presidente de la Cámara de Comercio de Guadalajara y Consejero del Pacto por la Integridad y por el Bien Ser de Jalisco